La artrosis es la enfermedad articular más común. Según los expertos, el 6, 43% de la población de nuestro país la padece. Los hombres y las mujeres sufren de artrosis con la misma frecuencia, sin embargo, entre los pacientes jóvenes hay un ligero predominio de los hombres y entre los ancianos, las mujeres. Una excepción al cuadro general es la artrosis de las articulaciones interfalángicas, que se desarrolla en mujeres 10 veces más a menudo que en hombres.
Con la edad, la incidencia aumenta drásticamente. Entonces, según los estudios, la artrosis se detecta en el 2% de las personas menores de 45 años, en el 30% de las personas de 45 a 64 años y en el 65-85% en las personas de 65 años o más. La artrosis de las articulaciones de rodilla, cadera, hombro y tobillo tiene la mayor importancia clínica debido a su impacto negativo en el nivel de vida y la capacidad de trabajo de los pacientes.
Causas
En algunos casos, la enfermedad ocurre sin razón aparente, tal artrosis se llama idiopática o primaria.
También hay una artrosis secundaria, desarrollada como resultado de algún proceso patológico. Las causas más comunes de artrosis secundaria son:
- Lesiones (fracturas, lesiones de meniscos, roturas de ligamentos, dislocaciones, etc. ).
- Displasia (trastornos congénitos del desarrollo de las articulaciones).
- Procesos degenerativos-distróficos (enfermedad de Perthes, osteocondritis disecante).
- Enfermedades y afecciones en las que hay una mayor movilidad de las articulaciones y debilidad del aparato ligamentoso.
- Hemofilia (la artrosis se desarrolla como resultado de hemartrosis frecuente).
Los factores de riesgo para el desarrollo de artrosis incluyen:
- Edad avanzada.
- Exceso de peso
- Esfuerzo excesivo en las articulaciones o una articulación específica.
- Intervenciones quirúrgicas en la articulación,
- Predisposición hereditaria (presencia de artrosis en los familiares).
- Desequilibrio endocrino en mujeres posmenopáusicas.
- Trastornos neurodistróficos en la columna cervical o lumbar (artritis del hombro, síndrome del músculo lumbar-ilíaco).
- Microtraumatismo repetitivo de la articulación.
Patogénesis
La artrosis es una enfermedad polietiológica que, independientemente de las causas específicas de su aparición, se basa en una violación de la formación y restauración normales de las células del tejido cartilaginoso.
Normalmente, el cartílago articular es liso y elástico. Esto permite que las superficies articulares se muevan libremente entre sí, proporciona la absorción de impactos necesaria y, por lo tanto, reduce la carga sobre las estructuras adyacentes (huesos, ligamentos, músculos y cápsula). Con la artrosis, el cartílago se vuelve áspero, las superficies articulares comienzan a "adherirse" entre sí durante el movimiento. El cartílago se afloja cada vez más. De él se separan pequeños trozos, que caen en la cavidad articular y se mueven libremente en el líquido articular, lesionando la membrana sinovial. En las zonas superficiales del cartílago aparecen pequeños focos de calcificación. En las capas profundas aparecen zonas de osificación. En la zona central se forman quistes que se comunican con la cavidad articular, alrededor de la cual, debido a la presión del líquido intraarticular, también se forman zonas de osificación.
Síndrome de dolor
El dolor es el síntoma más constante de la artrosis. Los signos más llamativos de dolor en la artrosis son la conexión con la actividad física y con el clima, los dolores nocturnos, el dolor inicial y los dolores agudos repentinos en combinación con el bloqueo de las articulaciones. Con el esfuerzo prolongado (caminar, correr, estar de pie), el dolor se intensifica y en reposo desaparece. La causa del dolor nocturno en la artrosis es la congestión venosa, así como un aumento de la presión arterial intraósea. Los dolores se ven agravados por factores climáticos desfavorables: alta humedad, baja temperatura y alta presión atmosférica.
El signo más característico de la artrosis es el dolor inicial, dolor que se produce durante los primeros movimientos después de un estado de reposo y desaparece mientras se mantiene la actividad motora.
Síntomas
La artrosis se desarrolla gradualmente, gradualmente. Inicialmente, los pacientes están preocupados por un dolor leve y breve sin una localización clara, agravado por el esfuerzo físico. En algunos casos, el primer síntoma es un crujido al moverse. Muchos pacientes con artrosis refieren una sensación de malestar en la articulación y rigidez transitoria durante los primeros movimientos después de un período de reposo. Posteriormente, el cuadro clínico se complementa con dolores nocturnos y meteorológicos. Con el tiempo, el dolor se vuelve cada vez más pronunciado, hay una restricción notable de movimiento. Debido al aumento de la carga, la articulación del lado opuesto comienza a doler.
Los períodos de exacerbaciones se alternan con remisiones. Las exacerbaciones de la artrosis a menudo ocurren en un contexto de mayor estrés. Debido al dolor, los músculos de las extremidades sufren espasmos reflejos y se pueden formar contracturas musculares. El crujido en la articulación se vuelve cada vez más constante. En reposo aparecen calambres musculares y molestias en músculos y articulaciones. Debido a la creciente deformación de la articulación y al síndrome de dolor severo, se produce cojera. En las últimas etapas de la artrosis, la deformidad se vuelve aún más pronunciada, la articulación está doblada, los movimientos en ella son significativamente limitados o ausentes. El apoyo es difícil; al moverse, un paciente con artrosis tiene que usar un bastón o muletas.
Diagnóstico
El diagnóstico se realiza sobre la base de los signos clínicos característicos y la imagen de rayos X de la artrosis. Se toman radiografías de la articulación enferma (generalmente en dos proyecciones): con gonartrosis - Radiografía de la articulación de la rodilla, con coxartrosis - Radiografía de la articulación de la cadera, etc. La imagen radiográfica de la artrosis consta de signos de cambios distróficos en el área del cartílago articular y hueso adyacente. La brecha articular se estrecha, el sitio óseo se deforma y aplana, se revelan formaciones quísticas, osteosclerosis subcondral y osteofitos. En algunos casos, con artrosis, se encuentran signos de inestabilidad articular: curvatura del eje de la extremidad, subluxación.
Teniendo en cuenta los signos radiológicos, los especialistas en el campo de la ortopedia y la traumatología distinguen las siguientes etapas de la artrosis (clasificación de Kellgren-Lawrence):
- Etapa 1 (artrosis dudosa): sospecha de un estrechamiento del espacio articular, los osteofitos están ausentes o presentes en pequeñas cantidades.
- Etapa 2 (artrosis leve): una sospecha de estrechamiento del espacio articular, los osteofitos están claramente definidos.
- Etapa 3 (artrosis moderada): un claro estrechamiento del espacio articular, hay osteofitos claramente pronunciados, son posibles deformidades óseas.
- Etapa 4 (artrosis severa): estrechamiento pronunciado del espacio articular, osteofitos grandes, deformidades óseas pronunciadas y osteosclerosis.
A veces, las radiografías no son suficientes para evaluar con precisión el estado de la articulación. Para estudiar las estructuras óseas, se realiza una tomografía computarizada de la articulación para evaluar el estado de los tejidos blandos: resonancia magnética de la articulación.
Tratamiento
El objetivo principal del tratamiento de pacientes con artrosis es prevenir una mayor destrucción del cartílago y preservar la función de la articulación.
Durante el período de remisión, se envía a un paciente con artrosis a fisioterapia. El conjunto de ejercicios depende de la etapa de la artrosis.
El tratamiento farmacológico en la fase de exacerbación de la artrosis incluye el nombramiento de medicamentos antiinflamatorios no esteroides, a veces en combinación con sedantes y relajantes musculares.
El uso a largo plazo de la artrosis incluye condroprotectores y prótesis de líquido sinovial.
Para aliviar el dolor, reducir la inflamación, mejorar la microcirculación y eliminar los espasmos musculares, se deriva a un paciente con artrosis para fisioterapia. En la fase de exacerbación, se prescribe terapia con láser, campos magnéticos e irradiación ultravioleta, en la fase de remisión: electroforesis con dimexido, trimecaína o novocaína, fonoforesis con hidrocortisona, inductotermia, procedimientos térmicos (ozoquerita, parafina), sulfuro, radón y baños de mar. La estimulación eléctrica se realiza para fortalecer los músculos.
En caso de destrucción de superficies articulares con disfunción pronunciada de la articulación, se realiza una artroplastia.